Se Busca: Experto en Información


Y donde no hay lenguaje no existe ni verdad ni falsedad. Puede haber error, como cuando esperamos algo que no puede ser, o cuando sospechamos algo que no ha sido: pero en ninguno de los dos casos puede ser imputada a un hombre falta de verdad.”[1]

Thomas Hobbes


Y vaya que ha habido error, es más, se ha explotado lo erróneo de nuestra incredulidad por los acontecimientos cotidianos. Basta un retweet, una publicación de Facebook, una manipulación por parte de corporaciones de telecomunicaciones para mandarnos a la madriguera del conejo (a una realidad surreal donde la ambigüedad periodística nos sonríe perversamente como un gato morado). Al desarrollar lenguaje, el hombre no puede ser imputado por falta de verdad. Sin embargo, el hombre es reacio a buscarla y se satisface con su simulación de ella.

Desde jóvenes fuimos adoctrinados a creer en noticias falsas que llegan una vez al año con regalos, traje rojo y cantando villancicos. Al paso del tiempo se destapaba la realidad de inexistencia, pero se entendían los motivos, las intenciones benevolentes. Esas noticias falsas tendrían un legado generacional positivo. Ahora, tener intenciones benevolentes pueden propagar más daño (compartiendo todo lo que se escucha sobre centros de acopios durante un sismo sin checar el origen de información) o el embrión de disimulo puede ser inicuo (mentiras sobre Hillary Clinton para socavar su campaña). Ya no somos el destino del trineo mágico, ahora somos receptores de una macro-mentira.

Checa tu celular. Dime que me equivoco.

Aristóteles queda en el olvido cuando asociamos su animal político a un portal de noticias mexicano, en una batalla perpetua contra fake news: la nueva arma política. Vivimos en una época donde un presidente puede tumbar cadenas noticieras en un escenario de lucha libre. Nuestros gobernantes pierden seriedad, las historias se vuelven más absurdas (esperamos a Godot con noticias veraces y verificables). Nuestra ingenuidad sufre las consecuencias.   Candidatos presidenciales difundiendo videos falsos, instituciones entrometiéndose en elecciones de países ajenos, un sistema de mentiras complejo en una nación de Europa del Este. Atrás quedaron los días donde interesaba lo que nuestros líderes expresaban. Ahora importa lo que se dice (o inventan) de ellos. El futuro es hoy ¿oíste viejo?

Los rumores en primaria causan traumas. Se sacuden al desmentirlos, con años de terapia o con un rumor más cautivante para la escuela. Somos víctimas de engaños cada día, compartimos los rumores sin cuestionarlos dos veces.  El único elemento objetivo de una noticia falsa es el castigo cognitivo que deja en su camino. Cursos de humanidades, de redacción (para saber citar) son esfumados en las redes sociales. La desinformación es un telón rojo sobre el tejido social, una caperuza que nos hace creer que el lobo es nuestra abuela y pone la integridad del lenguaje en jaque.

Checa tu celular. Cree todo lo que te dice.

Los medios de información tienen una cercanía latente en nuestras vidas. La telaraña tortuosa de noticias falsas por compartirse crece sigilosamente en nuestros bolsillos, en un abrir y cerrar de ojos. Parpadeamos al son de las notificaciones que nos aparecen, pero nunca vemos la estela de autenticidad en ellas. Fake news ya es una industria voraz, un teléfono descompuesto jugado a macro escala. El juego no tiene rostro, tiene voz prestada y ojos en todas partes. Es un monstruo creado por nosotros, pero sin aldeanos enojados por su presencia. El único esfuerzo de resistencia por el momento es un juego en línea generado por una de las universidades más prestigiosas de Inglaterra.

Checa tu celular. En ti reside la verdad.

Un espejismo de la volatilidad mundial, la manipulación de información no es novedad, pero las verdades relativas resquebrajadas se han propagado bajo una plataforma moderna y digital. Se abre el paso a un engaño perverso, un velo de legitimidad que ciega a la conciencia crítica. Cualquiera de nosotros puede teclear rápido, tener acceso a wifi, crear una cuenta de twitter y compartir memes. Todos podemos ser fake news. Está en nosotros refutar a los expertos de la información. Se busca: quien me pueda verificar lo que me compartan.


[1]

Verificar citas es un buen ejercicio para no caer en la trampa de fake news. Sea Hobbes, noticias contemporáneas, alusiones a cuentos de infancia o frases de memes, hay una ausencia severa de citas. ¿Tienes la disposición de investigar?