Lenguaje y Realidad

Lenguaje y realidad es el título que da Nietzsche a su quinto aforismo en su gran libro El Caminante y su Sombra. En este aforismo en específico, Nietzsche nos muestra con gran claridad cómo ha habido una transvaloración de lo que consideramos importante en nuestras vidas cotidianas y cómo esto se ha dado a través de un “lenguaje hipócritamente exagerado”.  ¿Qué relación tiene esto con la postverdad o las fake news? Primero, debemos señalar que la postverdad surge cuando otorgamos menos importancia a los hechos objetivos al momento de definir nuestra opinión que a aquellos que apelan a la emoción y a las creencias personales. Es entonces donde debemos ver de manera más objetiva cómo se han moldeado nuestras “creencias personales”.

Hay estudios que sostienen que nuestra personalidad  queda definida a los once años de edad y que es poco probable que cambie si no es por algún hecho traumático que ocurra más adelante en nuestra vida. Es durante esos primeros años de vida que aprendemos a comunicarnos,   no sólo verbalmente ni por la escritura,  sino que además desarrollamos más formas de comunicación. Estas formas van desde el lenguaje corporal; lo que vestimos, lo que compramos, y hasta lo que no decimos o evitamos hacer.  El punto al que quiero llegar es que es poco probable que en esos años hayamos realizado un análisis cuestionando el por qué nos comunicábamos como lo hacemos, y más bien desarrollábamos nuestro lenguaje a partir de la imitación de todos nuestros círculos cercanos. Es decir, que en esta edad aprendíamos por imitación de los padres, maestros, amigos, y hasta extraños que captaban nuestra atención en la televisión o en la calle.

Es precisamente este proceso de desarrollo el que atraviesa la mayoría de la población. Podríamos decir entonces que a pesar de que todos estemos moldeados por hechos particulares, en realidad estamos modelados por las mismas tradiciones, violencias, historias, leyendas, etc. Esta similitud es lo que hace que pensemos que existe una realidad objetiva en la cual sucedemos y suceden los demás, precisamente al tener este espacio en común esperamos una compresión mutua al comunicarnos con otra persona, lo que nos permitiría encontrar la verdad en la conversación. Esta facultad de crear y entender un lenguaje es lo que nos ha permitido desarrollarnos como especie, crear sociedades y establecer ciertas reglas de convivencia sobre las cuales todos nos manejamos en menor o mayor medida.

De lo anterior resulta que sólo a través del lenguaje podemos comprender lo que es verdadero u objetivo en sí y de tal forma lograr una comunicación efectiva entre nosotros. Pero todo esto tiene una falla, esto sólo se fundamenta con el gran supuesto de que todos actuamos de manera racional frente a la información que recibimos y la que transmitimos. Y sabemos que esto no es así, en primer lugar, como anteriormente se dijo, nuestras bases no se crearon por razonamiento, sino por costumbre e imitación. En segundo lugar, el ser que en todo momento es racional no es efectivo económicamente, pues de ser así, la utilidad que derivaríamos de razonar y criticar todo lo que mandamos y recibimos sería inferior en comparación a los recursos que tendríamos que utilizar para llegar a nuestras conclusiones. Al ser seres poco racionales en este sentido, estamos sujetos a cometer errores en nuestros procesos de comunicación. Intentaré explicar esto con un poco más de detalle.

Como no podemos conocer el pensamiento de las demás personas y puesto que queremos encontrar un punto en común con ellas para entender y ser entendido, creamos un nexo basado en lo que nosotros creemos que tenemos en común. Es decir, extrapolamos desde nuestras experiencias pasadas las relaciones que hemos tenido con personas similares a la que estamos tratando para encontrar un punto en común. Este nexo se basa en las tradiciones que hemos aprendido (o inclusive imitado) y por lo tanto no es objetivo, pero nos permite economizar nuestros recursos. A pesar de que la creación en nuestra mente de estas relaciones no es perfecta, creemos maximizar nuestras utilidades de esta manera pues pasamos menos tiempo razonando qué clase de signos son los que de verdad se están transmitiendo, y más tiempo enviando y recibiendo información.

Al manejar nuestras relaciones interpersonales con información intrapersonal lo que en realidad estamos haciendo es crear una imagen del otro más parecida a la esperada, pero más alejada de la realidad. No sostengo que esta forma de relacionarnos esté mal, ni mucho menos; esta clase de autoengaño es la que han permitido que la especie humana haya llegado hasta donde nos encontramos ahora, y probablemente sea lo que nos permita avanzar y permanecer en un futuro. El problema reside en la falta de crítica hacia nuestro lenguaje, seguiremos transmitiendo morales e ideas imitadas que quizás nada tengan ya que ver con nuestro entorno actual pero que por costumbre no hemos dejado ir.

Así, la postverdad es algo intrínseco a nuestro lenguaje por el sencillo hecho de que nada fuera de nosotros lo podemos comprender de manera objetiva, y el lenguaje es una construcción humana sobre la que hemos ido edificando más y más pisos de nuestras sociedades. Es entonces donde debemos hacer una reflexión y analizar qué tanto de mi lenguaje se relaciona con lo que es en sí en el mundo, y qué tanto son construcciones que durante mucho tiempo he adoptado y no he criticado.  Si fallamos en hacer esta reflexión lo que lograremos será una sociedad más oscura y dependiente de nuestras propias mentiras. Entender nuestros manerismos nos permitirá crearnos de manera auténtica y sin limitaciones impuestas por un lenguaje del cual no somos enteramente conscientes.

A modo de conclusión es menester señalar que nosotros somos los que tenemos el poder de decisión sobre la manera en la que empleamos y entendemos nuestro lenguaje. No pretendo que realicemos un estudio riguroso de cada conversación que tenemos, pero sí recomiendo que hagamos un análisis de lo que es verdaderamente importante y objetivo en sí. A mi parecer, lo objetivo en sí es lo que podemos experimentar directamente, pues de lo demás sólo tenemos referencias dadas por nuestro lenguaje. Entendámonos como cuerpo con necesidades que sabemos son objetivas para nosotros, seamos más vanidosos por así decirlo. Si tenemos por prioridad lo mundano, lo que nos es propio, podremos entender de mejor manera que muchas de nuestras ideas y concepciones son Fake News, y por lo tanto evitaremos que se sigan expandiendo doctrinas o pensamientos que no son benéficos a nuestro desarrollo.