Editorial 27 – Orgullo LGBTTTIQ

They had a whole code of emblems that they used to oppress people, and we needed something to answer that.

Gilbert Baker, artista, activista y creador de la bandera LGBT

La comunidad LGBTTTIQ ha librado muchas batallas exigiendo los derechos de los que son acreedores por el simple hecho de ser seres humanos. Esta comunidad ha soportado siglos de acoso, persecución y discriminación. A inicios del siglo pasado, las preferencias sexuales “diferentes” no sólo eran consideradas una enfermedad, sino un delito en la mayor parte del mundo; la lucha inició primero por la despenalización y hasta nuestros días continúa como una protesta contra la intolerancia, que suele iniciar desde casa.

La protesta se ha convertido también en un movimiento cultural; la bandera roja, naranja, amarilla, verde, azul y violeta es ahora un símbolo de orgullo reconocido en todo el mundo y que ha inspirado a millones de artistas a crear obras gráficas y literarias que ha conmovido a todo tipo de culturas.

En esta edición de El Obelisco esa inspiración se ha hecho presente a través de ensayos, entrevistas, reseñas y fotografías, nuestros colaboradores han resaltado los logros de esta comunidad sin olvidar el largo camino que queda por recorrer. El Orgullo LGBTTTIQ no es más que otro nombre para el orgullo que cada quién debe sentir por su propia identidad y es obligación de todos proteger el derecho de cada individuo de ser sí mismo.

Este es mi último Obelisco como director de la publicación, sin ninguna duda, 2018 fue un año de grandes cambios para mí, cambios que no se presentaron de manera sencilla. Parece tener mucho tiempo desde la primera vez que entré a la oficina de El Supuesto a mostrar mis caricaturas a los entonces editores, sin saber que esa decisión cambiaría para siempre mi vida. Fue gracias a El Supuesto que encontré mi verdadera vocación; nada me daba mayor felicidad que diseñar el periódico y el dejarlo fue una decisiones más difíciles que he tenido que tomar. Por suerte, mi camino no terminó ahí, después de dos números de diseñar El Obelisco por alguna razón, que no termino de entender, me dieron la oportunidad de dirigir esta publicación, y con miedo, dudas e inseguridades terminé por lanzarme, decido a hacer mi mayor esfuerzo y a superarme.

Pero el camino no fue fácil, el primer semestre de 2018 tenía ganas de irme de lleno a lo que sé es mi pasión y olvidarme de una carrera en el ITAM a la que no quiero dedicarme, me sentía culpable con mi familia de querer estar aquí, no por terminar una carrera, sino por formar parte de sus actividades, perdí la motivación por estudiar y aquello sólo representaba para mí frustración; en un momento creí que la única manera de aliviar esos sentimientos era irme de la escuela, por lo menos algún tiempo. Sin embargo, cuando por fin tuve la aceptación de mis padres para darme de baja temporal, esos sentimientos no se fueron, se intensificaron. Después de semanas de pensarlo y tras buscar el consejo de quienes están más cerca de mí, regresé tan sólo un semestre después.

Aún cuando nada de lo que supuestamente me hacía infeliz el semestre pasado cambió, lo que sí cambió fue mi actitud, lo cual no quiere decir que estuve con una sonrisa pegada a mi cara todo el tiempo, pero aprendí a controlar mis emociones sin que estas me controlen a mí, a dejar de pensar en cambiar decisiones que ya tomé y concentrarme en hacer lo mejor de ellas; tengo muchas razones para estar orgulloso de quien soy ahora y ustedes: Emmanuel, Felipe, Sonia, Vicente, Santi y Sergio, son mi mayor orgullo y mi mayor satisfacción. Sostener esta revista en mis manos, producto de todo nuestro esfuerzo es prueba irrefutable de que algo estoy haciendo bien con mi vida. Muchas gracias a toda la gente que ha depositado su confianza en mí, espero que la generación que viene supere con creces lo que hemos logrado hasta ahora, estaré viéndolos con orgullo y siempre podrán contar conmigo.